martes, 30 de abril de 2019

ÍCAROS EN CELO



 Me pesan las cadenas con que celas mi amor,
la lluvia de plomo en las alas,
las mezquinas sospechas que me atrapan.
Ya no puedo volar hacia ti
con las plumas cargadas de reproches,
con los ojos cegados por tu esquiva mirada
y te veo a lo lejos, cada vez más furioso
cada vez más distante.

Hubo un tiempo que volábamos juntos
dibujando piruetas contra el cielo,
nos elevábamos hacia el firmamento
y picábamos encendidos el uno sobre el otro
como Ícaros en celo.

Pero ahora te siento acecharme desde tu atalaya
controlando mi vuelo y olvidando el tuyo
y me niego a seguirte cual paloma
porque nacimos halcones peregrinos
y no aves migratorias, porque tú no eres
gavilán altivo ni yo calandria dentro de tu jaula.
Shemirramis

sábado, 27 de abril de 2019

LA VIDA PERDURABLE



La vida es una lucha por la supervivencia,
una lucha por respirar,
por comer, por procrear,
pero esa vida no es la que yo quiero,
yo no quiero ser un superviviente,
quiero ser un ser humano en plenitud.

No quiero quitarte nada,
no quiero disputarte un trofeo,
no quiero que duermas
tirado en mi portal.

Quiero compartir contigo
mi pan, mi cielo, mi tiempo,
quiero que compartas conmigo
tus miedos tus metas, tus deseos.

No quiero cruzarme contigo
y esquivar la mirada,
no quiero que seas
mi esclavo ni mi dueño,
mi sed ni mi resaca. 

Quiero gozar la vida en compañía,
cantar a coro, cenar de madrugada
compartiendo las copas y los chistes,
amar hasta los tuétanos del alma,
reír hasta las lágrimas,
llorar hasta la risa loca.

Los años pasan
y el camino se hace angosto,
pero hay que tirar de machete
y abrirse paso con furia pero sin rabia,
con la fuerza de la conciencia tranquila,
del pulso firme y el paso decidido.

Quiero que mis manos se tiendan,
 que mis manos acaricien,
que mis manos siembren,
quiero que mis labios besen
que mis labios sonrían,
que mis labios vuelen
más allá de las palabras
más allá del silencio.

Quiero comulgar con la vida,
abrazar a la madre tierra,
y amar a mis hermanos en ella,
quiero seguir viviendo eternamente
en el eco de mis palabras,
en la huella de mis pasos
en los besos que siguen
iluminando el firmamento.

Quiero perdurar en la semilla que se hizo árbol,
en el niño que se hizo hombre,
 en el amor que se hizo eterno.

Cuando nada ni nadie
recuerde mi nombre,
seguiré silbando en el viento,
rugiendo en la mareas,
chispeando entre el rocío.

Solo por eso, y nada más que por eso,
vale la pena, nacer,
vivir y seguir viviendo,
más allá de los dogmas
mas allá de los miedos
más allá de los astros,
más allá de los tiempos.